martes, 24 de abril de 2012

Estoy leyendo el libro de María Dueñas, "El tiempo entre costuras". Su forma de escribir y de relatar los avatares de la protagonista lo hacen ameno y dinámico, y me da pena ver que estoy llegando al final... En el magazine del Faro de Vigo del domingo pasado (22 de abril), precisamente ella escribió un artículo sobre el intercambio de estudiantes entre España y EEUU, comentando que su hija de 17 años está pasando una temporada con una familia yanki. Habla de lo positivo que es compartir cultura y espacio con gente que nos puede aportar cosas diferentes a las que vivimos en nuestra realidad cotidiana. Al hilo de esta reflexión he mandado una carta al Magazine para ver si la publican el domingo que viene. Se titula "La realidad de viajar":
Me gustó mucho el artículo de María Dueñas, “Esas familias” publicado la semana pasada, en el que habla del intercambio cultural entre familias de distintos no ya países, sino continentes. No soy especialmente afín al american way of life, pero sí pienso que viajar y conocer otras gentes y otras formas de vivir diferentes a la nuestra nos hace crecer y ser más tolerantes. Aunque gracias a los medios tecnológicos estamos más cerca que nunca de conocer otras culturas, no es lo mismo estar allí, vivir el día a día y compartir con otras personas su realidad. Y no hablo de los viajes de “pulserita todo incluido” en los que sólo nos muestran un mundo irreal preparado para el turista, sino de los viajes que te empapan de la verdadera cara de los que habitan y construyen día a día la realidad de un país o cultura. Esto es lo que nos debería hacer reflexionar y llegar a la conclusión de que todas las formas de pensar que no supongan atentar contra otras personas ni violar sus derechos fundamentales son perfectamente válidas y susceptibles de ser defendidas ante el pensamiento “global” del capitalismo y consumismo feroz imperante entre los países llamados “desarrollados”.                                                                                           

jueves, 19 de abril de 2012

Hoy he presentado el segundo microrelato para el concurso que la Cadena Ser ofrece a través de la Escuela de Escritores. El relato de esta semana tenía que empezar con la frase "Se entrenaban para estar muertos", y lo titulé La última prueba:

Se entrenaban para estar muertos aunque el papel solo exigía tumbarse en el suelo e intentar respirar lo más suavemente posible. Pedro había hecho colas eternas para presentarse a la prueba, y cuando llegó su turno pudo ver que había otro casting paralelo en el que un hombre muy mayor, encorvado y arrastrando los pies, se erguía de repente y bailaba un zapateado mirándolo fijamente con sonrisa aviesa. Pedro sintió una punzada en su brazo izquierdo y cayó fulminado. Lo último que oyó fue a un miembro del jurado gritando “¡Perfecto! ¡Está usted contratado!”

¡Sabré el resultado el próximo día 26 de abril!

viernes, 13 de abril de 2012

13/04/2012
18:35 horas
Empiezo mi blog, un espacio para lanzar ideas, todo aquello que se me ocurra o me venga a la mente expresado de la mejor manera que pueda...
Básicamente escribiré todo aquello que quiera, sobre los temas que quiera y teniendo especial cuidado en no faltar al respeto a nadie. Todo lo que aquí se lea es SIMPLEMENTE mi opinión, en el caso de que escriba sobre temas de actualidad o no.
También incluiré relatos, cartas al director, novelas, frases y todo aquello que me fluya de la mente a los dedos.
De ahí el nombre de "lluvia de ideas", tomado de la tan de moda palabra "brainstorm" o "tormenta de ideas" que se refiere a las reuniones en determinadas empresas, en las que se pretende que los participantes expresen todo aquello que se les pase por la mente sobre el tema a tratar.
Hoy es viernes día 13, así que qué mejor que iniciar este blog con un relato de miedo que me haga temblar a mi misma mientras lo escribo. Un relato que se me va a ir ocurriendo a la vez que lo voy escribiendo... un relato para no dormir esta noche...
"Los pasos que oyes a tus espaldas podrían ser de cualquier vecino del barrio o de cualquier adolescente que, apurado, se dirige hacia su casa a buen ritmo porque sabe que esas no son horas de llegar a casa. Te giras y ves que se trata de una chica de larga melena oscura que va hablando por el teléfono móvil con alguien, su novio quizá, a juzgar por el leve rubor de sus mejillas. El ruido del "tap tap tap" se funde con las campanadas de la iglesia y la chica te adelanta mientras sigue su letanía de susurros y risitas. Son las once de la noche de un lluvioso día de invierno que finaliza de la peor forma posible. Te has levantado atontado por culpa de haber estado bebiendo innumerables cervezas la noche anterior en la soledad de tu apartamento, aun sabiendo que hoy tenías que ir a trabajar. Has llegado tarde y tu jefe te ha mirado con esa cara de perro de Baskerville, sí, esa que tiene reservada para gente como tú. Por último te has olvidado de llamar a Elena, tu novia, para felicitarla por el día de su cumpleaños. Pero a quien se le ocurre cumplir años un viernes 13 ¡joder! Y para rematarla te has quedado dormido sobre la mesa de tu despacho preparando el artículo que tu jefe, ese de la cara de perro de Baskerville, te pidió para ayer. Eso supuso que salieras tan tarde de la redacción... Adiós al plan de recoger a Elena para intentar remediar el olvido de su cumpleaños bajo la luz romántica de las velas en "Casa Domínguez". Mañana sábado tienes que volver a levantarte temprano para seguir recogiendo información sobre el tipo que está trayendo de cabeza a medio cuerpo de policía. Eso es lo que peor llevas. Odias tener que cubrir esa noticia. Pero don "Cara de perro de Baskerville" te obliga a estar pendiente del más mínimo detalle del caso, y eso supone estar en contacto directo con los "maderos" y con los supuestos testigos de los atroces asesinatos del, apodado por ti mismo "Asesino del destornillador". Porque sí, el muy animal sigue a sus víctimas sin que se den cuenta y les clava un destornillador en toda la carótida. Luego las deja desangrarse y se las lleva al sitio más alejado, olvidado y sucio que encuentre para hacerles lo que se le antoje a los cuerpos ya sin vida...Ya van tres víctimas, todas mujeres morenas, jóvenes y guapas. Es asqueroso que tengas que ser tú el que cubra esa noticia. E injusto. Pero don "Cara de perro de Baskerville" te lo ha asignado porque le caes mal, porque te desprecia por haber tenido que contratarte por ser tu padre el principal accionista del periódico. Tu padre ¡ja! ese hombre todopoderoso al que no te puedes permitir el lujo de decepcionar porque, palabras textuales: "esta es la última oportunidad que te doy, si me fallas te verás en la calle tapándote con cartones y comiendo sobras de los contenedores. Y córtate ese pelo de una vez". Te gustaría poder desahogarte con alguien, pero no sabes porqué tu garganta se atenaza y las palabras se amontonan en el paladar sin que puedan salir cada vez que intentas hablar con alguien de lo que sientes. Te gustaría poder contar cómo tu padre te despreció siempre por no haber sido capaz de avisar a tiempo cuando a tu hermano mayor le dio aquel ataque que lo postró en la cama como un vegetal. Te gustaría poder hablar sobre tu madre. Los recuerdos de tu madre te suben a la cabeza como un reflujo gástrico, dejándote un sabor de boca agridulce. Ella era muy guapa, con un hermoso pelo negro y ondulado. Recuerdas como la miraban los hombres cuando te llevaba de la mano al colegio, y como ella respondía agradecida a cada uno de los piropos que le lanzaban. Al poco tiempo de pasar lo de tu hermano ella huyó, huyó como las ratas que abandonan el barco cuando se hunde. En el momento que la viste irse arrastrando una maleta y entrando a toda prisa en un taxi, tú estabas arreglando la cerradura de la puerta de tu habitación. Siempre se te dieron bien las chapuzas y estabas intentando por todos los medios mejorar la relación con tus padres haciendo pequeños arreglos en la casa o preparando la cena los días que ellos llegaban tarde de trabajar o de ver a tu hermano en el hospital, cena que te despreciaban la mayoría de las veces con un "ahora no me apetece" o "estará fría ya...". Y cuando viste marchar a tu madre un ramalazo de furia hizo que tiraras de una patada todo el contenido de la caja de herramientas. A partir de ahí empezó tu etapa de drogas, pequeños hurtos y ultimatums de tu padre amenazándote con todo el arsenal de insultos que su alma de padre y esposo fracasado daba de sí. Por eso tienes que tomarte en serio este trabajo. Por eso tienes que olvidarte del pasado e intentar construir un futuro como todo el mundo hace. Pero es que no todo el mundo tiene un padre como el tuyo, ni una madre que nadie sabe por donde anda y a la que nada importó abandonar a su familia en su peor trance... el recuerdo de tu madre hace fluir la sangre a tu cabeza hasta que piensas que te va a estallar. Vuelves a rememorar la visión a través de la ventana de tu madre huyendo, dejando atrás una familia rota en pedazos. La ira te vuelve a corroer y de nuevo das una patada a una imaginaria caja de herramientas. Empieza a llover a cántaros. Rememoras a la perfección aquel día. Observas con desprecio las herramientas tiradas por todo el suelo de la habitación, señalándote con sus dedos de acero y plástico. Miras el pomo suelto en tu mano izquierda y lo lanzas a la pared. La furia hace que aprietes con fuerza algo que tienes agarrado en tu mano derecha... algo frío pero que tú notas arder. Ahora también lo estás sintiendo. Oyes a lo lejos el "tap tap tap" de las pisadas de la chica. Apuras el paso hasta que la tienes a la vista y te escondes en un portal. Vigilas hacia donde se dirige y la sigues, amparado por el ruido de la lluvia. Ella también ha apurado el paso y casi corre tapada por un paraguas rojo. Rojo como la sangre. Sigues apretando con fuerza tu mano derecha y esperas hasta que la chica se mete en un callejón que conoces muy bien. Ella se da la vuelta justo en le momento en que tú levantas tu brazo derecho y el metal del destornillador te deslumbra bajo la tenue luz de la luna. La visión de una preciosa melena negra es lo último que procesa tu mente, y el grito ahogado y ronco de una mujer es lo último que escucha una ciudad dormida en una lluviosa noche de un viernes día 13 cualquiera.