Se entrenaban para estar muertos
aunque el papel solo exigía tumbarse en el suelo e intentar respirar lo más
suavemente posible. Pedro había hecho colas eternas para presentarse a la
prueba, y cuando llegó su turno pudo ver que había otro casting paralelo en el
que un hombre muy mayor, encorvado y arrastrando los pies, se erguía de repente
y bailaba un zapateado mirándolo fijamente con sonrisa aviesa. Pedro sintió una
punzada en su brazo izquierdo y cayó fulminado. Lo último que oyó fue a un
miembro del jurado gritando “¡Perfecto! ¡Está usted contratado!”
¡Sabré el resultado el próximo día 26 de abril!
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