Estoy leyendo el libro de María Dueñas, "El tiempo entre costuras". Su forma de escribir y de relatar los avatares de la protagonista lo hacen ameno y dinámico, y me da pena ver que estoy llegando al final... En el magazine del Faro de Vigo del domingo pasado (22 de abril), precisamente ella escribió un artículo sobre el intercambio de estudiantes entre España y EEUU, comentando que su hija de 17 años está pasando una temporada con una familia yanki. Habla de lo positivo que es compartir cultura y espacio con gente que nos puede aportar cosas diferentes a las que vivimos en nuestra realidad cotidiana. Al hilo de esta reflexión he mandado una carta al Magazine para ver si la publican el domingo que viene. Se titula "La realidad de viajar":
Me gustó mucho el artículo de María Dueñas,
“Esas familias” publicado la semana pasada, en el que habla del intercambio
cultural entre familias de distintos no ya países, sino continentes. No soy
especialmente afín al american way of life,
pero sí pienso que viajar y conocer otras gentes y otras formas de vivir
diferentes a la nuestra nos hace crecer y ser más tolerantes. Aunque gracias a
los medios tecnológicos estamos más cerca que nunca de conocer otras culturas,
no es lo mismo estar allí, vivir el día a día y compartir con otras personas su
realidad. Y no hablo de los viajes de “pulserita todo incluido” en los que sólo
nos muestran un mundo irreal preparado para el turista, sino de los viajes que
te empapan de la verdadera cara de los que habitan y construyen día a día la
realidad de un país o cultura. Esto es lo que nos debería hacer reflexionar y
llegar a la conclusión de que todas las formas de pensar que no supongan
atentar contra otras personas ni violar sus derechos fundamentales son
perfectamente válidas y susceptibles de ser defendidas ante el pensamiento
“global” del capitalismo y consumismo feroz imperante entre los países llamados “desarrollados”.
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