jueves, 7 de junio de 2012

LLUVIA -CAPÍTULO III-

 
 
 
Nunca llegué a entrar en casa. Justo cuando estaba a punto de abrir la puerta perdí el conocimiento. Y no recuerdo nada más. Ahora acabo de abrir los ojos y soy incapaz de reaccionar. Noto un tremendo dolor de cabeza pero no puedo hacer que mi brazo se acerque a ella para buscar el origen del dolor. Algo me lo impide pero ahora mismo la niebla que baña mi cerebro obliga a mis ojos a volver a cerrarse...
Cuando me despierto noto que mi mente está más despejada, pero aun así no soy capaz de ver nada. Al principio pienso que el motivo es que no he podido abrir los ojos, como en esas pesadillas en las que parece tan real la imposibilidad de despegar los párpados. Me tomo mi tiempo para darme cuenta de que lo que ocurre es que estoy totalmente a oscuras. Giro la cabeza y el dolor vuelve a hacerse insoportable. Un gesto de angustia deforma mi cara y me hace fruncir el ceño. Vuelvo a intentarlo y compruebo que efectivamente no veo nada a mi alrededor. Intento concentrarme en el sentido del oído. Nada. Ni un rumor de vehículos, ni murmullos de gente, ni los ruidos habituales de obras, golpes de los vecinos o pisadas. No tengo ni la más remota idea de donde estoy ni de como he venido a parar aquí. Siguiendo mi terapia del parque, me concentro ahora en el olor. No percibo ninguno de los olores habituales de mi día a día, el perfume de los árboles y la hierba cuando corro, el olor a manzana de los productos de limpieza que usa la portera de mi edificio, el ambientador que se dispara tan pronto entro en casa... Ya me acuerdo. Algo me impidió entrar. Puede ser que me haya caído por las escaleras debido a un mareo. Recuerdo que sufrí una pequeña crisis en el parque y puede ser que me haya bajado la tensión. Como siempre subo las escaleras a pie, eso hizo que me bajara aún más, y que me desmayara. Aun así alguien debería haberse enterado. Aun no tengo la mente clara de todo. El análisis de los otros dos sentidos me lleva a una conclusión descorazonadora. Recorro con la lengua mis labios y noto sabor a sangre. Intento tocar el suelo donde estoy tumbada y no puedo. Estoy atada de pies y manos.

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