martes, 25 de septiembre de 2012

FIESTA DE PUEBLO (PARTE IV:FINAL)



Todos teníamos un vaso de plástico en las manos. Yo decidí probar por primera vez el whisky, ya que no quería ser menos que Laura, la cual debía llevarme dos copas de delantera por lo menos y estaba tan parlanchina como mi abuela cuando contaba sus historietas de juventud. Como nunca había bebido, eché poco whisky y mucho refresco de cola. El sabor me resultó amargo al principio, pero poco a poco noté como el alcohol iba calentando mi garganta. Sentí un cosquilleo en la nuca y al darme la vuelta vi a Dani, el chico que, según todo el pueblo, estaba loco por mi. Dani era tímido, bajo y gordo. Casi nunca hablaba y se limitaba a estar presente. Iba a donde todos íbamos y hacía lo que todos hacíamos, solo que esta vez no me había quitado ojo desde que me vió llegar. Normalmente sus miradas eran esquivas y giraba la cabeza cuando le pillaba con los ojos clavados en mi, pero el alcohol debió envalentonarlo, porque ahora me miraba fijamente sin atisbos de timidez. Me giré y le di la espalda. Era el primer año que bebíamos así, y ya se iban notando los efectos. Laura estaba descaradamente apoyada sobre una pierna de Pedro, mientras María y el resto de nosotras mirábamos con mal disimulada envidia. María me daba codazos, señaládolos con la cabeza, pero yo le devolví un encogimiento de hombros. ¿Qué quería que hiciera? Entonces noté una mano en la cintura e inmediantamente otra mano ofreciéndome un vaso de bebida. Dani apareció de repente, asustándome y haciendo que me tirase la bebida encima. Y ahí explotó todo. Mis amigos empezaron a reíse a carcajadas, mientras Dani intentaba torpemente limpiar mi vestido con un pañuelo de tela que sacó, todo arrugado, de un bolsillo de su pantalón. La escena era más que cómica. Yo de pie mirando mi arruinado vestido verde agua lleno de lamparones de whisky con cola. Dani arrodillado delante de mi, colorado y avergonzado, frotando las manchas. Laura-leopardo exagerando su risa mientras se arrimaba más y más a Pedro... Las risas retumbaban en mi cabeza como si fueran los aullidos de una manada de lobos concentrados en su presa, y yo era el cordero en el que todos tenían fijada su atención. Bueno, yo y Dani. Le agarré sin delicadeza por el hombro para que se levantara y dejara de hacer el ridículo, pero cuando vi su cara fofa acercándose a mi para pedirme perdón y noté su aliento, estallé. Le aparté de mi con un gesto de desprecio, mientras las risas de mis amigos iban in crescendo. Estábamos montando el numerito y esa no había sido para nada la idea que yo me había hecho de este día. Me di la vuelta y me alejé corriendo, con las lágrimas a punto de salir. Llegué a la plaza mayor pero antes me limpié la cara lo mejor que pude. Busqué a mi madre para decirle que me iba a casa por lo que le había pasado a mi vestido, aunque sin darle muchas más explicaciones.  Me dijo que de paso acompañara a mi abuela, ya cansada desde hacía rato. Me pareció buena idea, así que nos fuimos las dos, alejándonos del bullicio agarradas del brazo. Durante el trayecto a casa no me dijo nada, respetando mi silencio, lo cual le agradecí. Pero de repente a medio camino escuchamos unos pasos corriendo detrás nuestra. Estaba segura de que sería María, mi fiel y miope amiga, por eso mi sorpresa fue mayúscula cuando me giré y vi a Pedro. Mi abuela soltó mi brazo y me miró sin hablar, "xa sigo eu sola" parecía decirme, y me dejó a solas con él. Mis facciones se suavizaron, mi rabia desapareció y una sonrisa enorme se dibujó en mi cara. Pedro me respondió con un guiño y un "¿apetéceche bailar?" Así que volvimos a la plaza, agarrados de la mano mientras yo me sentía la persona más feliz de este mundo y olvidando por completo las manchas de mi vestido. En esos momento los fuegos artificiales llenaron el cielo de miles de puntos luminosos de colores.
No pude ver a mi abuela, parada durante un breve momento en el camino y asintiendo para sí al mismo tiempo que un brillo de nostalgia y añoranza de juventud cruzaba sus viejos y cansados ojos.

2 comentarios:

  1. ¡Hola Rakel!

    Me ha encantado el relato de Fiesta de Pueblo. Me ha recordado a esas fiestas de verano en el pueblo de mis abuelos. Tal cual podría haber sido yo Elvira y casi me he visto en ese vestido verde manchado de cola.

    Seguiré leyéndote.
    ¡Besotes!

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    1. Gracias por tu comentario! intentaré no decepcionarte ;O)

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